jueves, 19 de abril de 2012

París y Berlín quieren asumir el control del cierre de fronteras


Francia y Alemania mandan una carta a la Unión en la que se niegan a ceder a Bruselas soberanía sobre los controles fronterizos.






Alemania y Francia han lanzado en las últimas horas una nueva andanada sobre el cierre de fronteras, la suspensión del espacio Schengen, uno de los grandes logros de la Unión en los últimos 25 años. El cierre de fronteras en Europa es ahora una medida que se aplica en circunstancias excepcionales, y que requiere el visto bueno de la Comisión Europea, el brazo ejecutivo de la UE. París y Berlín quieren que esa medida sea mucho más fácil de tomar y, sobre todo, que sea una decisión soberana de los Gobiernos que quieran aplicarla: menos poder para Bruselas. Alemania y Francia (tal vez en este caso puede que el orden sea Francia y Alemania, por la cercanía de las elecciones presidenciales francesas y la necesidad imperiosa de Nicolas Sarkozy de dar un vuelco a las encuestas) acaban de enviar una carta a la presidencia danesa, a la que ha tenido acceso este periódico, en la que reclaman una “suspensión temporal” de un máximo de 30 días en caso de que algún país del espacio Schengen “no consiga controlar un flujo masivo de inmigrantes", o en casos de amenazas de seguridad y de orden público.

Las amenazas de seguridad y de orden público corresponden a la “soberanía nacional”, según la misiva. Ese es un punto “no negociable”, según los Gobiernos alemán y francés. Hasta ahora, cuando un país quería cerrar una frontera debía informar previamente a la Comisión Europea, bajo unos supuestos muy tasados. Los dos grandes países de Europa, según fuentes de Bruselas, quieren ahora que el visto bueno lo dé el Consejo --es decir, los propios Estados--, en un paso más hacia la deriva intergubernamental que han puesto de manifiesto París y Berlín en toda la crisis del euro. Y quieren también que las causas del cierre fronterizo sean muchas más difusas para que sean los Gobiernos quienes tomen esa decisión sin excesivas limitaciones normativas, según las mismas fuentes.París y Berlín dan así un puñetazo en la mesa ante las pretensiones de la Comisión Europea de tener la última palabra en esos casos. El debate sobre Schengen llegará a Bruselas en una reunión de los ministros de Justicia e Interior tras las elecciones francesas, en junio. Pero Alemania y Francia han dado ya un paso adelante para clarificar la dirección que están tomando las negociaciones, lideradas por la presidencia danesa.

La Comisión Europea quería tener la posibilidad de tener la última palabra en el cierre de fronteras. Está de acuerdo en dar 30 días a los países para que sea posible restablecer los controles fronterizos –hasta un máximo de seis meses— en caso de acontecimientos inesperados, pero Bruselas propuso en noviembre de 2011 que sea la Comisión quien sea siempre la encargada de dar luz verde a esa medida. Con las negociaciones abiertas sobre Los ministros del Interior de Francia, Claude Guéant, y de Alemania, Hans Peter Friedrich, dificultan así esa pretensión. En primavera del año pasado Francia, esta vez junto con Italia, reclamó un mecanismo parecido ante la entrada masiva de inmigrantes por la primavera árabe. Y tras las propuestas de la Comisión, Francia, España y Alemania ya suscribieron un comunicado en contra de la posibilidad de que Bruselas se hiciera con una competencia. La carta francogermana viene a reforzar esa posición. Pero en campaña Sarkozy no ha dejado de utilizar ese flanco: a principios de marzo propuso algo parecido en un mitin sonado y Le Figaro llegó a titular que la pretensión de Sarkozy era “acabar con la Europa del colador”, en lo que en su día parecía un guiño a la extrema derecha de Le Pen. La jugada de la diplomacia francesa recuerda sospechosamente a ese momento de la campaña.
La crisis tiene estas cosas. Países que renacionalizan empresas (Argentina), otros que cierran sus fronteras a los trabajadores del Este (Suiza), ahora este debate sobre el área Schengen. La zona Schegen está formada por 26 países: los de la Unión (excepto Reino Unido, Irlanda, Chipre, Bulgaria y Rumania) más cuatro extracomunitarios (Islandia, Noruega, Liechtenstein y Suiza). Firmado en 1985, permite a unos 400 millones de personas circular libremente por Europa. Por primera vez en 25 años, la pasada primavera varios Estados miembros del espacio Schengen propusieron modificar las normas que permiten a los países restaurar el control fronterizo y recibieron un apoyo (matizado) de la Comisión, que quería la última palabra. La debilidad de la Comisión entonces, dando por válida la petición de Italia y Francia, ha dejado abierta la puerta a movimientos como los que ahora ponen en marcha Francia y Alemania, pese a que los analistas consideran que es poco probable que las normas que regulan el espacio Schengen se alteren sustancialmente, ya que el número de inmigrantes llegados no justifica cambios que perjudicarían a todos los europeos haciendo más lento y pesado el cuce de fronteras, y podría toparse con la oposición del Parlamento.

Claudia Pérez. 19 de Abril de 2012.
El País.